En el marco del congreso Agrotendencias, el agroclimatólogo Eduardo Sierra marcó que, de a poco, El Niño va a ir “dando agua de a baldazos”, y que recién sería “inundante” en febrero o marzo de 2024.
Por Favio Re
La Niña ya se fue y El Niño ya está entre nosotros: la confirmación, además de lo que marcan los pronósticos internacionales, llegó de boca de Eduardo Sierra, el agroclimatólogo que trabaja para la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, durante la 11° edición de Agrotendencias.
Sin embargo, Sierra puso algunos reparos al entusiasmo que genera la llegada de un fenómeno asociado a un régimen de lluvias superior a lo normal, luego de la tragedia productiva que significó tres Niñas consecutivas.
Más que todo, a nivel de plazos: mencionó que los efectos positivos de los cambios atmosféricos y en la temperatura de los océanos tardarán en hacerse sentir, como es usual además con este fenómeno que suele tener su mayor incidencia en Argentina durante el verano.
VIENTOS EN CONTRA DEL NIÑO
En su último informe estacional, Sierra ya anticipó que hay algunos condicionantes para El Niño: fundamentalmente, los vientos polares, que soplan desde el sur, y frenan su accionar.
Durante Agrotendencias, Sierra agregó que, si bien la temperatura del Océano Pacífico Ecuatorial ya muestra un calentamiento, para el arribo de El Niño son fundamentales los vientos alisios, que hoy están lejos del Cono Sur, ya que están teniendo acción en la zona del Trópico de Cáncer.
“Todos quieren que una vez declarado El Niño empiece a llover. Pero no es así. Dependen de los vientos alisios. Por ahora, es difícil lograr que las lluvias vengan en la cantidad que se necesita. ¿A partir de cuándo actuará el Niño en el hemisferio sur? Desde la primavera. No nos va a dar 150 milímetros para reponer el perfil ahora, eso es medio difícil”, subrayó durante su disertación.
Para Sierra, no hay que olvidar que venimos de tres episodios Niña consecutivos e inevitablemente lo que está sucediendo ahora es una transición desde esas condiciones secas, hacia las otras más húmedas, que no será inmediata.
MES A MES
En este marco, consideró que mayo ya está perdido y que las siembras tempranas de cultivos de fina son complicadas, pero le puso algunas fichas a junio: “Puede ser un momento cúlmine, en el que llegue la caballería: lluvias y buenas temperaturas. Apunta a que traería humedad suficiente para sembrar”, expresó.
Luego, a medida que avance el invierno, julio tendría menos aportes, pero en agosto se recuperarían, –“con agua en todas partes”, puntualizó– y a partir de la llegada de la primavera las lluvias ya comenzarían a consolidarse.
“Por ahora es un ‘Niñito’, que va a ir dando agua de a baldazos y podría ser un Niño inundante en febrero o marzo”, agregó.
En resumen, “estamos en una campaña que nos va a hacer sufrir. La potencialidad es alcanzable pero hay que trabajar bien. No esperemos que porque se declaró El Niño sea un año de inundaciones. Estamos en un año de transición luego de tres Niñas consecutivas. Tenemos que aprender a trabajar en años donde no habrá excesos hídricos”, finalizó.