Se trata de la Laguna de Gómez, en el partido bonaerense de Junín; los productores dicen que no hay nadie conocido que haya vivido una sequía “tan severa como esta”
30 de enero de 202419:02
LA NACION
La imagen es elocuente. La Laguna de Gómez pasó de ser un gran depósito natural de agua dulce a un desierto interminable de tierra resquebrajada. Luego de tres años consecutivos de una brutal sequía, este espejo de agua ubicado en el partido bonaerense de Junín principalmente, a 260 kilómetros de Buenos Aires, se convirtió en un yermo de 6000 hectáreas solitarias. Forma parte de la cuenca del río Salado y se integra a otras lagunas como Mar Chiquita, Carpincho y Los Patos.
Poco a poco, el fenómeno de La Niña fue pulverizando su atractivo turístico y dejó de ser un destino clave para los amantes de los deportes náuticos donde además, todo el año se podía disfrutar de las más de 250 especies de aves que moraban en el lugar. Nada de eso quedó. En la actualidad, de lejos puede verse desnudo el espigón que armaron para la pesca deportiva. También en su interior, desperdigadas en todo el perímetro, algunas malezas y pajonales resisten y sobreviven al calor agobiante y al viento incesante.
Es más, en diciembre pasado, allí se organizó un encuentro nocturno de enduro, con gran cantidad de motociclistas que la atravesaron, uniendo Junín y Vedia. “Es tan grande la tristeza de ver así a la laguna. No hay una sola gota de agua. La gente va a comer un asado en familia pero después se vuelve porque no hay absolutamente nada de actividad acuática”, se lamenta un lugareño, que sabe que recuperar el ecosistema va a llevar su tiempo.
La falta de lluvias se agrava aun más, dicen, porque las lagunas conectadas que la proveen de agua, como la de Teodelina, mantienen cerradas sus compuertas para conservar algo de ese caudal en su región. En rigor, de los 1000 mm que tiene de promedio anual la región, el año pasado no alcanzó a llover ni la mitad: menos de 500 mm.
“La preocupación en el campo es enorme. Ayer un productor que alquila y trabaja 7000 hectáreas se le llenaban los ojos de lágrimas cuando decía que se fundía porque sabe que no va a poner resistir si no llueve en los próximos días”, cuenta el poblador.
Rodrigo Esponda es un productor agropecuario de la zona, su establecimiento se encuentra lindero al sur de la laguna. Si bien recuerda otras sequías importantes, como la del 2017, dice que no hay nadie conocido que haya vivido una “tan severa como esta”.
“La luz de alarma está encendida y la producción en peligro. Las napas están muy bajas y va a costar que se recuperen mucho más que otras veces. Si bien hoy a los cultivos se los ve lindos es por la lluvia de semanas atrás, si no llueve en los próximos días van a sufrir un estrés hídrico muy fuerte por los calores extremos que se esperan. Por lo que los rindes van a estar afectados indefectiblemente”, dijo a LA NACION.
Para Esponda, “mientras los políticos cuentan los granos antes de la cosecha, siempre con mucha cautela los productores dicen que hasta que no se coseche no tienen nada”.
Luis Burattini es productor y su campo da a la laguna también. Contó que ni la gran seca que ocurrió en 2009 está cerca de lo que está ocurriendo ahora. “No hubo otra como esta sequía. Los cultivos de maíz y soja no están mal porque tuvimos los primeros días de enero muy llovedores pero ahora están pidiendo agua a gritos. Es catastrófico lo que vive el sector. Contra el clima no podemos hacer nada”, se resignó.
Según describió, este año busca revancha por un 2023 que perdió todo. “Este 2024, apostamos y apuntamos a cosechar y recuperar lo perdido. Invertir nada, solo tratar de cosechar porque la campaña pasada tuvimos trigo de 2500 kilos cuando el promedio es más de 4000 y la soja fue de 400 que no alcanzó a pagar ni las máquinas”, cerró.
En declaraciones al diario Democracia, el ingeniero agrónomo Alejandro Signorelli, jefe regional del INTA con sede en Junín, explicó que la cuenca del Salado, de la que depende el caudal de la Laguna de Gómez, está recibiendo muy pocas lluvias.
“Es una zona que está teniendo muy pocas precipitaciones. Y por más que haya llovido algo localmente eso no llega a llenar la laguna. Va a pasar tiempo para que vuelva a la normalidad. No creo que en esta campaña se llegue. Posiblemente haya que esperar a la primavera próxima y al verano 2024-2025″, vaticinó Signorelli.