Según una proyección de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, alcanzarían los US$40.900 millones; los riesgos que se presentan para la nueva campaña
28 de septiembre de 202214:09
Mariana ReinkeLA NACION
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En medio de un panorama climático complicado, la superficie sembrada en la campaña 2022/23 registrará un retroceso y la producción será de 127,7 millones de toneladas, reflejando una caída del -1,6% en relación al ciclo pasado. En este contexto, se estima un Producto Bruto Agrícola de US$50.655 millones y exportaciones de granos y subproductos por US$40.900 millones, que significarían caídas del 12% y 9%, respectivamente, en relación a la campaña anterior.
El dato lo brindó la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, durante el lanzamiento de la Campaña Gruesa 2022/23, donde se analizó el escenario bajo el cual se va a desenvolver el nuevo ciclo productivo del país.ESTIMAN CAÍDAS DE DIVISAS POR EXPORTACIONES DE HASTA UN 9%
Para Agustín Tejeda Rodríguez, economista jefe del organismo, la caída tanto en precios como cantidades para la nueva campaña “determinaría una disminución en la contribución de las cadenas de cultivos extensivos a la economía argentina, aunque esta se mantendría en niveles históricamente altos”.
Destacó que “la recaudación fiscal se ubicaría en torno a US$17.500 millones, un 9,1% menos, y la inversión de los productores totalizaría 25.600 millones de dólares, dado que los gastos en insumos aumentarían un 32% en relación a la campaña pasada”. En este sentido, Tejeda Rodríguez subrayó que la mayor parte de esta contribución se explica “por los altos precios internacionales, lo que representa una situación de vulnerabilidad para la Argentina”.
“Cuando se observa el desempeño de las cantidades, la Argentina viene creciendo por debajo del promedio mundial desde la campaña 2007/08, como consecuencia de los desincentivos que generan las políticas agropecuarias, tal cual lo muestran los escenarios de proyecciones. La adopción de un marco de políticas más favorable para la inversión y la exportación, como propone el Consejo Agroindustrial Argentino, permitiría más que duplicar el crecimiento esperado para el sector agroindustrial, que podría acercarse al potencial”, indicó.
En detalle, Martín López, analista del departamento de Estimaciones Agrícolas de la entidad, dio precisiones de las disminuciones del área sembrada con cultivos extensivos en la Argentina, donde el mayor impacto lo tendrá el trigo, con una superficie de 6,1 millones de hectáreas y 17,5 millones de toneladas de producción. Asimismo, dijo que serán menores las superficies sembradas de maíz y sorgo, en donde se observaría una mayor participación de siembras tardías.
“En cambio, el área sembrada con soja se incrementaría un 2,5% alcanzando 16,7 millones de hectáreas y se cosecharían 48 millones de toneladas de la oleaginosa, volumen cercano a las 50 millones de toneladas estimadas para maíz, que se mantendría como el principal cultivo. En tanto, el área destinada al girasol registraría un aumento de 17,6%, que totalizaría una producción de 3,9 millones de toneladas (+14,7%)”, describió.
En relación a las perspectivas climáticas, para el ingeniero agrónomo Eduardo Sierra, “la ausencia de lluvias como consecuencia de los últimos dos ciclos consecutivos de ‘La Niña’ plantean un escenario desfavorable para la definición de los rendimientos en cultivos de invierno y el inicio de las labores de siembra temprana para cultivos de verano, porque todavía hay probabilidades de un 80% de La Niña para octubre próximo pero ya en diciembre ese porcentual disminuye a un 60% y se está frente a un escenario de recuperación.
Aseguró que el sistema evolucionará lentamente hacia un ‘neutral’, estabilizándose a partir del mes de enero, donde se igualan las probabilidades en un 50% y donde se presentarán lluvias más regulares; ya en febrero el fenómeno solo tiene un 40% y el escenario neutral toma un protagonismo con precipitaciones más razonables y un suelo más recuperado. En marzo próximo, el efecto La Niña se va diluyendo con un 30% de probabilidad. “La 2022 /23 será una campaña de transición y el ciclo 2023/24 será una campaña buena en tres años”, indicó.
En este contexto, la economista de la Fundación INAI, Jimena Vicentin Masaro, analizó la alta volatilidad que existe en los mercados internacionales, donde “los precios de los granos y de los insumos se encuentran por encima de la campaña anterior”.
En ese sentido, destacó que en cuanto a los márgenes relativos de los distintos planteos, se debe analizar la competitividad de las producciones tanto de soja como de girasol. “Ante factores locales como la inestabilidad macroeconómica y las actuales políticas agropecuarias, los productores buscarían alternativas para hacer frente al riesgo, volcándose a planteos que impliquen menor inmovilización de capital, rendimientos más estables y reglas de juego más previsibles”, dijo.
Para la experta, en particular, el productor se vuelca a producciones que tengan menores riesgos, menores inmovilizaciones de capital e inversiones y además que tengan menos probabilidad de ser objeto de medidas de la política argentina.
“En lo que ha pasado este último año, hay tres medidas de política que tuvieron o tienen efectos distorsivos sobre las decisiones del productor. En primer lugar, están los volúmenes de equilibrio que opera como restricciones a las exportaciones; el segundo lugar tenemos la ventana de mejora de tipo de cambio para la soja, que produjo que se aumente el número de operaciones en 242% de un mes a otro, que fue ambivalente para el productor porque estuvo acompañada por aumento de los costos de financiamiento para aquellos productores que no deseaban o no querían vender toda su producción y, por otro lado, una restricción al acceso a divisa para otros productores que accedieron a la medida. Justamente es ahí donde el productor toma como negativa a la hora de tomar las decisiones de qué producir y termina eligiendo producciones que tengan menos probabilidades de ser objeto de medidas de la política”, explicó.
“También las restricciones al acceso de divisas para la compra de importaciones de insumos claves que ha afectado el mercado fertilizantes en la primera mitad del año que, si bien esto se ha normalizado, genera distorsiones en la disponibilidad y en los precios por encima de lo que lo hacen a nivel internacional. El mercado internacional está muy volátil. Esta alta volatilidad es amplificada por otros factores internos, específicamente que son la política agropecuaria argentina que hacen que el productor termine volcándose sobre producciones menos riesgosas, con menos inversiones de capital y que a su vez tengan menos probabilidad de ser objeto de la política. Por último, hay un factor de incertidumbre muy grande respecto a cómo va a evolucionar los suelos y las lluvias para definir si cambian su sistema de rotación para volcarse a producciones que son menos riesgosas”, añadió.
Daniela Regeiro, analista agrícola de la Bolsa de Cereales porteña, subrayó que la campaña actual presenta un desafío para la adopción tecnológica, con el riesgo de presentar un retroceso en algunos indicadores relevantes para la sustentabilidad de los sistemas productivos y el cuidado de los recursos, como la siembra directa, las rotaciones, los cultivos de servicios y la fertilización. No obstante, también agregó que la nueva campaña podría acelerar la curva de adopción de herramientas de manejo que permiten hacer un uso más eficiente y sustentable de los insumos y los recursos, como análisis de suelo, nutrición por ambientes y refugio, al tiempo que podría favorecer un incremento de la participación de insumos de origen biológico.
Panorama internacional
En vista a los desafíos que implican los cambios geopolíticos, Nelson Illescas, director de Fundación INAI, destacó que es preciso trabajar en la construcción de una agenda de relacionamiento que equilibre las necesidades comerciales con los vínculos políticos y que en relación con una agenda de cambio climático, “las medidas adoptadas para avanzar en materia de sostenibilidad ambiental no deben constituir una restricción encubierta al comercio internacional”.
Para Sabine Papendieck, del Programa Argentino de Carbono Neutro (PACN),“la agenda en temas de sustentabilidad, es muy intensa y cada vez más profunda: “Como país exportador neto de productos agro tenemos que ponernos a pensar cómo hacemos para dar conformidad a estos requerimientos, en un mundo con una geopolítica cambiante”.