La Bolsa de Rosario analizó un escenario con tres variables muy importantes: cómo llega la reserva de humedad en el suelo, cuáles son sus necesidades de financiamiento y si habrá o no disponibilidad de semillas
Con la siembra fina 2023/24 a la vuelta de la esquina, existen una serie de interrogantes para trazar cuál será el rumbo del trigo. En la memoria de los productores todavía sigue fresco el recuerdo de una campaña en donde los rindes se derrumbaron.
De acuerdo a la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el nuevo ciclo triguero dependerá de tres variables: reserva de humedad en el suelo, financiamiento y disponibilidad de semillas. Los productores necesitan sembrar, para recuperarse de un año complicado, pero todo estará sujeto a estos factores.
Por el momento, las posiciones son encontradas. Mientras la Bolsa de Cereales de Buenos Aires anticipó un incremento en el área de trigo de 600.000 hectáreas, la entidad rosarina estima una fuerte caída para la zona núcleo.
Con respecto al agua, señalaron que si bien los pronósticos indicaban que a partir de otoño se reanudarían las lluvias, por el momento no alcanzar para paliar un déficit hídrico agudo.
“La zona del norte de Buenos Aires, epicentro de la sequía, exhibe al 20 de abril un pronóstico para los próximos 15 días que la muestran con ausencia de lluvias, con anomalías que superan los 50 milímetros por debajo de la media histórica”, advirtieron.
FINANCIAMIENTO
En este rubro, existen algunas señales positivas. Una de ellas es que los precios de los principales fertilizantes nitrogenados tuvieron una baja significativa en el último mes.
“Mayor oferta disponible en relación con una demanda muy cautelosa ha llevado la relación insumo-producto para el trigo a su nivel más bajo de los últimos cuatro años hacia fines de marzo”, señalaron.
En la vereda opuesta, la bolsa rosarina señaló que uno de los factores limitantes reside en la disponibilidad de fondos, para maximizar el paquete tecnológico del cereal. En el promedio de las últimas cinco campañas, los productores desembolsaron algo más de U$S 1.800 millones para implantar el cultivo.
Este número no incluye a la campaña 2022/23, que fue desastrosa en relación al valor alto de los insumos y la muy baja productividad del cultivo.
Finalmente, con relación a la disponibilidad de semilla, desde el INTA Oliveros señalaron que más allá de los temores a partir del estrés que sufrió el trigo, no habrá problemas de calidad y el abastecimiento estará asegurado.
“Sin embargo, el ajustado rendimiento de la campaña previa podría ocasionar que, en caso de que ocurriesen buenas lluvias y las condiciones mejorasen, comiencen a notarse dificultades en algunas regiones para obtener el insumo. Por ello será importante continuar monitoreando este factor”, explicaron.
EL HORIZONTE DE PRECIOS
Mientras los productores hacen números, se han comenzado cerrar los primeros contratos por trigo 2023/24. A la fecha, la entidad calculó que suman algo más de 200.000 toneladas de negocios finales por el nuevo cereal.
De ese volumen, 145.000 toneladas se hicieron con condición “a fijar”. Los 56.000 contratos restantes, con precio en firme, se cerraron en cotizaciones que tocaron un máximo de U$S 267,6 por tonelada -promedio febrero- y luego bajaron a U$S 253,1 en abril.